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¿Cómo favorecer el proceso de adaptación de un perro adoptado? ¿Cómo favorecer el proceso de adaptación de un perro adoptado?

Gabriella Tami Doctora en Veterinaria y Máster en Etología
Publicación: 26/05/23
Adaptación de un perro adoptado

¿Estás pensando en adoptar a un perro y te estás preguntando qué tienes que hacer para que se sienta cómodo en su nuevo hogar? No te preocupes, vamos a compartir contigo algunos consejos útiles y prácticos para favorecer el proceso de adaptación del nuevo miembro de la familia y que, al final, se sienta como en casa.

Busca información sobre el nuevo miembro de tu familia

Si antes vivía con otra persona, pregúntale sobre su comportamiento, horarios, hábitos, gustos, alimentos habituales e incluso sobre el “vocabulario” de gestos y palabras que el perro ya conoce. Esta información puede ser un buen punto de partida para vuestra relación y para favorecer su adaptación gradual a su nueva realidad. Si viene de un refugio o protectora, el personal del centro que ha estado cuidado de él, te puede dar mucha información valiosa como: su historia, temperamento, estado de salud, … Pero ten en cuenta que el ambiente influye mucho sobre el comportamiento y una vez en casa podrías descubrir aspectos de él que no conocían en la protectora1

Ten expectativas realistas

Vivir con un perro puede ser una experiencia maravillosa desde muchos puntos de vista, pero también implica responsabilidades y tareas que hay que tener claras desde el primer momento2. Adoptar un perro supone atender sus necesidades físicas y emocionales, mantenerlo en condiciones de higiene adecuadas, cuidar de su estado de salud y de su educación, en definitiva, comprometerse con su bienestar. Tener las expectativas adecuadas es clave para dar paso a una adopción gratificante3,4

Prepara su kit de bienvenida

Para empezar, necesitarás un comedero, un bebedero, una o más camitas, un collar o arnés, correas, juguetes para entretenerse solo y para jugar contigo, bolsitas para sus deposiciones, comida y chuches. Además, a medida que conozcas su personalidad, te darás cuenta de que más necesita para estar bien.

Prepara la casa para su llegada

Mira tu casa con ojos “críticos” y evita dejar a su alcance objetos potencialmente peligrosos. Esto es fundamental cuando adoptas a un cachorro, pero con un perro adulto que no conoces, también es preferible asegurarse de que el espacio sea seguro antes de darle más libertad. Plantas tóxicas, comidas prohibidas, basura, productos de limpieza, cables eléctricos son ejemplos de elementos que deberían quedar fuera de su alcance. Lo mismo vale para objetos especialmente delicados o a los que les tienes un cariño especial y que no querrías ver destrozados por parte del recién llegado, ya sea por qué los ha empleado como juguete, los ha tirado al suelo mientras estaba huyendo asustado o se te acercaba corriendo para saludarte. Si algo no se puede guardar en un lugar seguro o retirar temporalmente del ambiente, vale la pena instalar algún tipo de barrera que impida el acceso del perro a los lugares donde guardas los objetos “valiosos”.

Además, al principio, limitar su acceso a algunas estancias de la casa en lugar de dejarle libre acceso a todo puede resultar útil, sobre todo en casas muy grandes, para favorecer una adaptación gradual a la nueva vivienda. 

Este también es un buen momento para decidir si no quieres que nunca tenga acceso a algunas partes de la casa, por ejemplo, en la cocina o en alguna habitación concreta. Mejor planear desde el principio cómo puedes mantenerlo alejado de la habitación en cuestión, en lugar que improvisar sobre la marcha.

Tómatelo con calma mientras él se adapta a su nueva realidad

En las próximas semanas y meses estableceréis las bases de vuestra relación y mientras tú le conoces mejor, él también aprende sobre ti y sobre su nueva realidad. En esta fase, intenta protegerle de situaciones estresantes proporcionándole espacios para disfrutar, como paseos y juegos, tanto solos como en compañía. Este plan es importante como norma general, pero tiene un sentido especial en los primeros días, en los que una actitud más optimista le puede ayudar a fijarse en el lado positivo de las cosas favoreciendo así a su adaptación.

La idea de ir despacio se aplica también a las interacciones contigo y con los otros miembros de la familia. Aunque te gustaría tener rápido un vínculo, no tengas prisa y deja que él tome la iniciativa en la interacción. Por ejemplo, en lugar de ir hacia él directamente, llámalo desde una distancia corta y deja que acabe acercándose, o en lugar de tocarle directamente, ofrece tu disponibilidad al contacto: si no parece interesado, respeta su decisión; si se muestra receptivo acarícialo brevemente y vuelve a aparte ligeramente para confirmar que sigue queriendo el contacto contigo.


En resumen, ten paciencia
mientras le expones gradual y
positivamente a las diferentes
situaciones, sin forzar los
tiempos y dejándole la
posibilidad de "decir No".

Planea las presentaciones con los “peques” de la casa

Si hay otros perros y gatos en la familia, planea las presentaciones con cuidado y lleva al cabo el plan de manera progresiva. Las primeras impresiones cuentan y es importante que todos los implicados se sientan seguros llevándose un buen recuerdo. Así que elimina los motivos de competición o conflicto y supervisa de cerca las interacciones.

La idea de hacer presentaciones graduales vale también para los niños de la familia: esto permite ver que tanto el perro como el niño están relajados y muestran el comportamiento adecuado. En todo caso, no hay que confiarse y es fundamental mantener una supervisión constante.

Realiza una adaptación graduada a su nueva alimentación

Si vas a cambiar su dieta, procura hacerlo poco a poco, haciendo la transición a lo largo de 1 o 2 semanas. En esos días mezcla los dos alimentos, aumentando de manera creciente la cantidad de alimento nuevo y reduciendo la cantidad del viejo a medida que pasan los días.

Una transición gradual reduce el riesgo de que el perro sufra molestias gastrointestinales. Igualmente, no tengas prisas de hacer cambios en su dieta: el estrés ligado al cambio de vida puede quitarle temporalmente el apetito5 y si rechazase la nueva dieta no podrías saber si es por estrés o porque no le gusta.

Ten paciencia e ideas claras desde el minuto uno

Establece desde el principio una rutina de comidas, salidas y actividades. Sobre todo, porque, en este momento, la organización y la previsión del ambiente pueden facilitar su adaptación. A medida que se adapte a su nueva rutina, verás cómo empieza a conocer la hora de comer o de salir a pasear. 

También es importante tener claro desde el principio cuál es el comportamiento que esperas de él, pero ten paciencia: tiene un pasado y lo que haya aprendido hasta el momento puede estar “en conflicto” con tus normas. Enséñale con delicadeza cuál es el comportamiento adecuado, premiando sus esfuerzos. Evita el castigo físico o verbal como herramienta de educación: recurrir a estímulos que no le gustan para lograr un buen comportamiento no implica conseguir un perro mejor educado y tampoco es exento de riesgos6. De hecho, puede ser totalmente contraproducente cuando tienes el objetivo de fomentar la confianza del perro en ti. Además, el estado de ansiedad que genera podría incluso provocar algunas conductas problemáticas6

Recurrir a las chuches, juegos, elogios verbales o caricias para educarlo (dependiendo de las preferencias del perro y del objetivo del entrenamiento) es la mejor manera para construir un vínculo basado en la confianza. Recuerda que educar a un perro no sirve solo para conseguir un perro que sabe comportarse, sino que es una manera para proporcionarle estimulación física y mental, construye su confianza, fortalece vuestro vínculo y mejora vuestra comunicación.

Encuentra profesionales de confianza que te puedan ayudar

Ten en cuenta que, a veces, el estrés de la adopción puede precipitar algún problema de salud1. Además, recibir asesoramiento en temas de conducta e invertir tiempo en educar al perro puede marcar la diferencia cuando quieres lograr una buena convivencia7,8. Así que el hecho de tener ya localizados a un equipo veterinario, a un etólogo y a un educador canino e incluso a un peluquero canino te evita el estrés de buscar a uno “corriendo”, si hiciera falta.

Además, en tema de conducta, es recomendable que busques ayuda incluso sin esperar a que haya problemas. De hecho, puedes pedir asesoramiento cuando estás aun en la fase de valorar la opción de la adopción, sobre todo si hay niños en familia o en casa ya viven otros perros y gatos. Otro buen momento para pedir ayuda profesional es cuando ya tengas a tu nuevo compañero y esté en plena adaptación. Porque seguro que tienes alguna duda y, antes de preguntar opiniones en el parque o de buscar en internet, es mejor acudir a un experto que pueda darte una respuesta personalizada. 


¿Le puedes cambiar el nombre?

Claro que sí. Lo importante es hacerlo bien. 

Si ya tiene un nombre y responde con rapidez, lo puedes aprovechar para acelerar el proceso. En este caso, el ejercicio consiste en decir el nombre que has elegido, seguido por su viejo nombre y entonces recompensarlo en el momento exacto en el que el perro te presta atención. Si repites la misma secuencia varias veces, llegará el momento en el que el perro se anticipará y te mirará nada más escuchar su nuevo nombre. 

A veces ocurre que, aunque tu nuevo perro tenga un nombre, él no lo reconozca. En este caso, hay que empezar de cero, pronunciando su nuevo nombre de forma “atractiva”, por ejemplo, con un tono ascendente en la voz, o haciendo algún ruido para atraer su atención después de llamarle. El instante en el que el perro orienta la cabeza hacia ti es el momento de felicitarlo y/o de entregarle una golosina para celebrar el momento.

Claramente todos estos ejercicios requieren un entorno sin distracciones al principio y solo cuando su nombre ya se ha convertido en algo especial para tu perro, puedes seguir practicando en lugares más “complejos”.


Dedica tiempo para conocerle y disfruta del proceso

Descubre cuáles son sus juguetes preferidos, si prefiere la playa, la montaña o le da igual siempre y cuando esté contigo, averigua si disfruta jugando con otros perros, etc. Cada uno es diferente y solo haciendo pequeñas pruebas irás descubriendo lo que le gusta. Además, mientras intentas conocerle, él mismo podría descubrir nuevas aficiones que no había explorado hasta el momento y lo mismo vale para ti.

Adoptar a un perro puede ser una experiencia única tanto para ti como para él. Tener paciencia y crear un ambiente seguro desde el punto de vista físico y social. En el que pueda satisfacer sus necesidades y vivir experiencias placenteras, serán clave para aumentar su “buen humor” y poner las bases de una relación satisfactoria. Así que, manos a la obra.

Bibliografía consultada:

1. Reider, L. M. (2015). Adopter support: Using postadoption programs to maximize adoption success. Animal behavior for shelter veterinarians and staff, 292-357.
2. Diesel, G., Pfeiffer, D. U., & Brodbelt, D. (2008). Factors affecting the success of rehoming dogs in the UK during 2005. Preventive veterinary medicine, 84(3-4), 228-241.
3. Scott, S., Jong, E., McArthur, M., & Hazel, S. J. (2018). Follow-up surveys of people who have adopted dogs and cats from an Australian shelter. Applied Animal Behaviour Science, 201, 40-45.
4. Kidd, A. H., Kidd, R. M., & George, C. C. (1992). Successful and unsuccessful pet adoptions. Psychological Reports, 70(2), 547-561.
5. Chanvin, A., Chastant-Maillard, S., Deputte, B., Thoumire, S., Halter, S., Bedossa, T., Belkir, S., & Reynaud, K. (2013). Long-term follow-up of adaptiveness of laboratory beagles adopted as home pets. En 12. Felasa Secal congress (Vol. 52, p. 385). American Association for Laboratory Animal Science.
6. Hiby, E. F., Rooney, N. J., & Bradshaw, J. W. S. (2004). Dog training methods: their use, effectiveness and interaction with behaviour and welfare. Animal welfare, 13(1), 63-69.
7. Patronek, G. J., Glickman, L. T., Beck, A. M., McCabe, G. P., & Ecker, C. (1996). Risk factors for relinquishment of dogs to an animal shelter. Journal of the American Veterinary Medical Association, 209, 572–581.
8. Marston, L. C., Bennett, P. C., & Coleman, G. J. (2004). What happens to shelter dogs? An analysis of data for 1 year from three Australian shelters. Journal of Applied Animal Welfare Science, 7(1), 27-47.

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