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¿Qué puedes esperar si adoptas a un perro adulto? ¿Qué puedes esperar si adoptas a un perro adulto?

Gabriella Tami Doctora en Veterinaria y Máster en Etología
Publicación: 26/05/23
¿Qué puedes esperar si adoptas a un perro adulto?

Si te estás planteando abrir las puertas de tu casa y de tu corazón a un perro adulto sin hogar, pero quieres asegurarte de que se trate de la decisión correcta, este artículo te ayudará a reflexionar sobre qué te puedes esperar. Porque al tratarse de un adulto, lo que haya vivido hasta el momento, e incluso lo que no haya vivido, pueden dejar un rastro sobre su actitud y expectativas del mundo que le rodea.

Tanto si lo has encontrado por la calle, lo has adoptado en una protectora, o incluso si procede de un criadero, un perro puede convertirse en un gran compañero de vida con el que compartir aventuras y momentos inolvidables. 

Pocas sorpresas

Un perro adulto es lo que ves. No va a haber ninguna sorpresa sobre su tamaño y sus características físicas, e incluso en cuanto a su temperamento, hay rasgos que tienden a mantenerse estables en el tiempo, como sus ganas de jugar, su actitud hacia las personas, su tendencia a asustarse1 e incluso su impulsividad2. Esto no quiere decir que su conducta no pueda sufrir ningún cambio3. De hecho, varios factores pueden provocar un cambio en su actitud, como la educación recibida4, las experiencias vividas, sobre todo si son traumáticas, o el simple hecho de hacerse adulto o envejecer: por ejemplo, el nivel de excitación y de actividad de un perro tienden a disminuir a medida que su edad avanza5

La esterilización es otro factor que podría llegar a influir sobre el comportamiento del perro, sobre todo dependiendo del momento en el que se realiza la cirugía6,7. Además, a veces se producen cambios transitorios en su actitud que lo predisponen a ser más “optimista” o “pesimista” y a reaccionar en consecuencia8. Por ejemplo, vivir una serie de situaciones desagradables o atemorizantes podría desviar su atención de las cosas buenas y hacer que se concentre en los posibles peligros del ambiente. Este “estado de ánimo” lo puede llevar a estar más a la defensiva, aunque habitualmente sea un perro curioso y atrevido. 

Cuestión de temperamento

El temperamento hace referencia a las tendencias comportamentales previsibles y estables en el tiempo que un perro muestra en situaciones diferentes9. El temperamento, en gran parte, es el resultado de la genética y de sus experiencias. Sobre todo, las experiencias vividas en su etapa de cachorro y de adolescente tienen un gran impacto sobre el desarrollo de su manera de percibir el mundo que le rodea10. Incluso cuando aún esté en fase de gestación, el perro puede estar expuesto, a través de la experiencia de su madre y de la conexión estrecha que tiene con ella, a situaciones que pueden influir de manera clave en su manera de ser y de reaccionar10.

Ya no es un cachorro

El “lado bueno” de haber dejado atrás su etapa de cachorro es que, además de haber pocas sorpresas en cuanto a su físico y temperamento, en muchos casos ya no hará falta enseñarle a hacer sus necesidades en la calle: en su “vida anterior”, el perro podría haber desarrollado una preferencia para orinar y defecar en superficies concretas, como la hierba, la tierra o incluso el asfalto de la calle. Aun así, no es de extrañar si hay alguna incidencia mientras se adapta a su nueva casa, familia, rutina, vecindario, dieta...11. Y es que orinar o defecar dentro de casa puede tener muchas explicaciones, incluso en un perro que ya sabe hacer sus necesidades en la calle: por ejemplo, padecer algún problema de salud, tener miedo a salir a la calle, sufrir ansiedad por quedarse solo en casa o por estar expuesto a otras situaciones domésticas12.

Al ser adulto, también debería haber dejado atrás la fase en la que los cachorros tienden a explorar el ambiente con la boca, tendencia que suele acabar con algún destrozo en casa13. Además, el nivel de actividad tiende a disminuir a medida que el perro se vuelve más “maduro”14: según la descripción de su humano, un perro de 1 año suele ser bastante movido, manteniéndose activo durante más de 3,5 horas diarias y realizando actividad física bastante intensa, con la edad, todos estos aspectos tienden a disminuir14

Por otro lado, la adopción de un perro que ha dejado atrás su etapa de cachorro y adolescente puede convertirse en un proceso “delicado” si hay mucha diferencia entre el lugar donde el perro se ha criado y su nuevo ambiente de vida. Por ejemplo, un perro que ha crecido en una zona rural muy tranquila y que de adulto se ha “mudado” al centro de una gran ciudad podría tener serias dificultades de adaptación, reaccionando con miedo y conductas defensivas ante situaciones que no conoce15. Es lo que ha ocurrido con muchos cachorros adoptados en plena pandemia de Covid-19 y que, una vez acabadas las restricciones sanitarias, se han encontrado con una realidad muy diferente a la que habían conocido15

Además, en sus primeros meses o años de vida, el perro podría haber desarrollado hábitos muy diferentes a las pautas que tienes pensadas para vuestra nueva convivencia. Por ejemplo, si hubiera vivido en una casa donde le dejaban subir al sofá, podría tener la misma expectativa cuando vea un sofá en tu casa, aunque tu plan para su descanso sea una camita confortable a los pies del sofá. También podría tener reacciones inexplicables a tus ojos pero que reflejan su experiencia pasada. Hay que tener claro que lo que un perro ha aprendido hasta el momento de su adopción es parte de él y representa el punto de partida de vuestra relación.

Con una “mochila” de experiencias

El prejuicio puede llevar a pensar que adoptar a un perro adulto de una protectora significa adoptar a un perro con problemas de comportamiento16,17. Y efectivamente algunos han llegado a una protectora o a una perrera debido a su conducta. Las razones más comunes usadas por aquellos que renuncian a su perro son los problemas relacionados con hacer sus necesidades en lugares inadecuados, episodios de agresividad hacia personas, incompatibilidad con otros animales de la familia, problemas al quedarse solo, destrozos en casa, vocalizaciones, o un exceso de actividad18,19,20

Sin embargo, no todas las conductas que han motivado un abandono son realmente anormales o necesitan un trabajo para modificarlas: a veces son simplemente conductas naturales propias de la especie que su familia anterior no esperaba y le han resultado inaceptables21,22. Además, muchos perros han acabado en un refugio debido a circunstancias desafortunadas. De hecho, si se analizan los factores que influyen sobre el éxito de una adopción, que el perro sea cachorro en el momento de la adopción no siempre garantiza el éxito23: a pesar de la mayor facilidad que tienen de salir adoptados, a veces su educación puede ser un verdadero reto para algunos adoptantes19.

Listo para nuevas relaciones

Podría haberte pasado por la cabeza que, si ya es adulto cuando lo adoptas y al igual ha pasado por varias familias, ya no confíe en los humanos y no pueda volver a formar vínculos afectivos contigo. Nada más lejos de la realidad24: la necesidad de contacto social con los humanos puede incluso acelerar la formación de un vínculo con su nueva familia. En un estudio realizado con perros de refugio, tres encuentros de 10 minutos cada uno, en los que la persona se ha limitado a hablar al perro, acariciarle, jugar con él y repasar algunos ejercicios de educación han sido suficientes para que empezaran a mostrar un trato especial hacia su nuevo compañero humano24


En pleno proceso de adaptación 

Adaptarse a todos los cambios que una adopción supone requiere su tiempo. La mayoría de los cambios supondrán un gran beneficio para el perro, pero siguen siendo novedades que analizar de una en una, para valorar si son buenas o malas. Y dado que todos los cambios ocurren a la vez, la situación puede llegar a ser agobiante para un perro y puede pasar un par de noches inquieto, sobre todo si es uno de tamaño pequeño25. A medida que se acostumbre, lo notarás dormir más y mejor. 

La gran mayoría de perros adoptados parece adaptarse durante la primera semana, mientras que otros siguen adaptándose durante el resto del primer mes26. Y, entrevistando a los adoptantes un año después, el porcentaje de los perros que ya están perfectamente integrados en su nueva realidad es aún más alto26

A nivel anecdótico existe una etapa que dura unas semanas desde la adopción (pero su duración exacta no está descrita27) y que, a veces, se apoda la “luna de miel”. En este tiempo, el perro está en pleno proceso de adaptación y esto podría retrasar el descubrimiento de su carácter. Por ejemplo, el hecho de que un perro recién llegado no muestre ciertos comportamientos, no quiere decir que no los muestre más adelante, por ejemplo, ladrar al timbre. 

Cuando el cambio de vida ocurre a la inversa, es decir de una familia a una protectora, el perro también atraviesa un proceso de adaptación. Durante la primera semana, experimenta algunos cambios hormonales que suelen acompañar una respuesta de estrés y sucesivamente su situación hormonal vuelve a la normalidad28,29. Al mes de haber ingresado en la protectora, varios indicadores fisiológicos sugieren que ya se ha adaptado al cambio30.

Claramente, la rapidez de adaptación, tanto de una familia a una protectora como de una protectora a una familia, puede variar en función del temperamento del perro31. La exposición a un ambiente nuevo, el contacto con personas desconocidas y los cambios en su estructura social son todos posibles factores estresantes que pueden tener un impacto diferente dependiendo del perro.

Bibliografía consultada:

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