¿Sabías que...? En un estudio pionero publicado en 1980, la Dra. Erika Friedmann y sus colaboradores siguieron la evolución clínica de 100 personas que habían sufrido enfermedad coronaria, y comprobaron que aquellas que vivían con un animal tenían una probabilidad de supervivencia al cabo de un año más elevada que el resto. Este trabajo fue el punto de partida de numerosas líneas de investigación que han asociado la interacción con los animales con una buena salud y calidad de vida, como tener una presión sanguínea más baja, sentirse menos solo, menos deprimido, más sociable y motivado a realizar actividades saludables al aire libre1.