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Seguro que habrás conocido gatos que están encantados con las caricias, pero es verdad que no todos disfrutan con ellas. Para entender el porqué vale la pena remontarse algunos siglos atrás y recordar el origen de los más de 3 millones de gatos que, según datos estadísticos, viven actualmente en los hogares de nuestro país.
Los gatos domésticos de hoy en día proceden de un ancestro salvaje africano, el Felis silvestris lybica, una subespecie del gato montés.
Hace “tan solo” unos 4.000 años que el ser humano domesticó al gato. Aunque pueda parecerte mucho tiempo, en la historia de la evolución 4.000 años no son nada. De modo que eso explica que los gatos domésticos tengan una divergencia genética relativamente reducida respecto a sus ancestros salvajes.
¿Por qué te contamos todo esto si tú solo quieres saber cómo acariciar a un gato? Pues porque resulta que tu gato es más parecido a su antecesor salvaje de lo que pudiera aparentar. Como explica la etóloga felina Lauren Finka:
“El cerebro de los gatos domésticos todavía está programado para pensar como el de un gato salvaje. Y hay que saber que el gato salvaje lleva una vida solitaria e invierte un tiempo y un esfuerzo considerable en comunicarse de manera indirecta, mediante mensajes visuales y químicos, para evitar relacionarse demasiado”.
Así que los gatos, por definición, no son animales “programados” para el contacto físico directo. Algo que choca de frente con la tendencia genética de la especie humana, altamente social.
Para las personas, el acercamiento y el contacto son muestras de afecto. Para los gatos, no. Y esa diferencia es producto de la evolución genética de una y otra especie.
Ahora que ya sabes que tu gato es más parecido a un gato silvestre de lo que seguramente intuías, ya estás preparado para entender que la primera idea a la hora de mostrarle cariño a un felino es:
El objetivo de una caricia debe ser siempre el disfrute de ambas partes, tanto de quién prové la caricia como de quien la recibe.
Partiendo de esta base, vamos a ver a continuación algunas instrucciones precisas sobre cómo acariciar a un gato:
El gato siempre debe poder elegir y controlar las interacciones.
Es importante no forzar sino observar si el gato tiene ganas de recibir nuestras muestras de afecto, si se nos aproxima intencionadamente para ello y, sobre todo, dejarle marchar cuando ya no quiera que lo toquemos más.
De hecho, está demostrado que es más probable que las interacciones duren más cuando es el gato quien las empieza, no la persona.
No lo acaricies nunca por sorpresa
Siguiendo con el razonamiento del punto anterior, recuerda que una de las normas sobre cómo acariciar a un gato es permitirle que escoja si quiere ser acariciado o no. Por tanto, no lo molestes con caricias inesperadas, o bien no te sorprendas si las rechaza porque no le apetecen en ese momento.
Elige las partes del cuerpo más adecuadas
Como norma general, las zonas que le producen más placer al gato al ser acariciadas son aquellas en las que se localizan las glándulas faciales:
Sin embargo, no suelen agradarles tanto las caricias en la barriga, el lomo y la base de la cola.
No acorrales a tu gato ni le riñas por no dejarse acariciar
Ahora ya sabes que los felinos no utilizan el mismo lenguaje que nosotros y que el contacto físico directo no es su forma natural de mostrar afecto. Así que respetar y comprender esta realidad será siempre la mejor instrucción para saber cómo acariciar a un gato.
Si el gato muestra signos de tensión, deja de acariciarlo
Lo ideal es que nunca llegue a mostrar síntomas de sentirse incómodo, pero si no te has dado cuenta y tu gato ha alcanzado ese punto, simplemente deja de tocarlo y toma nota para la próxima vez. Has superado su umbral de tolerancia, así que en la siguiente ocasión tendrás que ser más comedido.
A continuación enumeramos algunos de los principales signos de estrés que debes aprender a observar para saber cómo acariciar a un gato. Toma nota porque son válidos, también, para advertir tensión en cualquier otra situación o interacción cotidiana.
Algunos gatos reaccionan con agresividad a las caricias mientras que otros las toleran, aunque no les gusten. A la hora de saber cómo acariciar a un gato debes tener cuidado con esto ya que hay estudios que demuestran que los gatos inhibidos que se dejan tocar aunque no les guste tienen niveles de estrés más altos que los que, directamente, no permiten el contacto.
Parte de la explicación se remonta a los orígenes del gato, como ya hemos visto, pero existe otro factor determinante.
De las dos a las siete semanas de vida los gatos pasan por lo que se llama “período de socialización”. Si el contacto con personas durante esta etapa es negativo, o incluso inexistente, es muy probable que eso deje una impronta irreversible en el gato, que verá al ser humano como una amenaza.