Para muchos, hablar de la educación de un gato puede parecer contradictorio: la educación se basa en el aprendizaje y el respeto de una serie de normas de convivencia. Pero ¿cómo se puede educar a un animal solitario que por naturaleza toma decisiones de manera autónoma? Descubramos juntos si es posible educar a un gato y cómo hacerlo.
¿Se puede adiestrar a un gato?
La base de un adiestramiento es el aprendizaje, y quienes han convivido con un gato saben que éstos aprenden con facilidad. Correr hacia ti con entusiasmo cuando abres una lata de comida, esconderse al ver que preparas el transportín, sentarse cuando le dices que lo haga son solo algunas de las respuestas aprendidas que podrías haber observado en tu gato.
Además, incluso si piensas que nunca has adiestrado a tu gato, es probable que lo hayas hecho sin saberlo: tu comportamiento influye determinantemente en el suyo. Por ejemplo: si maúlla porque tiene hambre y le das comida de inmediato, acabas de iniciar el adiestramiento.
Además, tienden a repetir comportamientos que resultan útiles para alcanzar sus objetivos, ya sea obtener algo bueno o evitar un peligro o una situación incómoda.

¿Por qué es importante educar al gato?
Enseñarle al gato comportamientos pueden ayudar a manejar situaciones cotidianas: imagina a tu gato entrando en el transportín cuando le dices que lo haga; que se mantenga relajado al cortarle las uñas; que corra hacia ti, cuando le llamas... Además, si tu gato no disfruta de los momentos en que quieres mimarlo, se pueden realizar ejercicios específicos para ayudarle a relajarse durante el contacto.
Sin embargo, debes hablar con un especialista que te explique exactamente cómo hacerlo: un mimo de más o en el momento equivocado, podría acabar con un arañazo o mordida. Esto también es válido si deseas cambiar la percepción negativa que el gato tiene de alguna situación: habla con un especialista en lugar de intentarlo por tu cuenta.
¿SABÍAS QUE...?

Si le has regalado a tu gato un juguete interactivo que se llena de comida y tu gato aún no ha descubierto cómo usarlo, puedes ayudarlo realizando un pequeño entrenamiento donde recompensas los comportamientos que se acercan a extraer la comida por sí mismo.

¿Cómo educar a un gato?
La educación consiste en potenciar los comportamientos que pueden facilitar la convivencia utilizando recompensas. No significa evitar que el gato se comporte como un gato: gracias a la educación, el gato puede expresar su "naturaleza felina" sin comprometer la armonía de su convivencia. Pero, ¿cómo puedes hacerlo?

Infórmate sobre sus necesidades
Los gatos tienen necesidades diferentes a las nuestras tanto desde el punto de vista físico como del comportamiento y emocional. Consultar con tu veterinario de confianza puede ser un buen comienzo.

Crea un ambiente acorde a sus necesidades
Tu gato necesitará un rascador, un lugar suave para descansar, puntos de observación elevados, escondites y recorridos seguros para moverse tranquilamente en su espacio, etc.

Apoya su buen comportamiento
Ofreciéndole rápidamente una recompensa7, como su comida favorita o el acceso a algún lugar donde quiera ir, como un jardín o una terraza. A veces, se puede usar el juego y, con algunos gatos, también las caricias y elogios verbales6. Especialmente en el caso de las caricias, debes asegurarte de que le gusten: muchos gatos las toleran pero no las perciben como algo realmente placentero5.

Te en cuenta lo que entiendes por "buen comportamiento"
Aclarar desde el principio cuáles son las actitudes que pueden facilitar la convivencia. Esto te ayudará a reconocerlos cuando el gato los muestre de manera espontánea. Debes encontrar el momento para darle la recompensa al gato: por ejemplo, si tu gato está afilando sus uñas en el rascador que acabas de comprarle, es un buen momento para elogiarlo2.
A pesar de todo, a veces el gato no mostrará el comportamiento que estás esperando. En este caso, algunas técnicas más avanzadas pueden ser útiles:
Puedes usar un premio que le guste para guiar al gato. Cuando realice paso que esperabas, como subir a una silla, entrar en un transportín, acercarse cuando lo llamas, sentarse, etc., le ofreces rápidamente la merecida recompensa2.
Comienzas enseñándole al gato un truco inicial, como tocar con la punta de la nariz un objetivo (es decir, un elemento específico como la punta de un dedo). Desde ese momento, puedes usar este truco para construir nuevos, como acercar al gato a un lugar específico moviendo el objetivo en esa dirección2.
Debes reforzar los comportamientos espontáneos positivos del gato2. Es importante comunicar con precisión el momento exacto en que el gato ha hecho algo bien. Por eso, esta técnica suele ir acompañada de un sonido (por ejemplo, un "¡Bravo!") que el gato ha asociado previamente con una golosina o premio. Así pues, tan pronto como tu gato realiza algo bien, haces ese sonido y le entregas su premio.
¿SABÍAS QUE...?

Si pasa demasiado tiempo entre el comportamiento del gato y su recompensa, el gato podría no ver la conexión entre ambas cosas.

Adapta el ritmo de aprendizaje a sus necesidades
Independientemente de la técnica que uses, a menudo tendrás que dividir los entrenamientos en pequeños pasos y deberás recompensarlos uno tras otro. Por ejemplo, si tu objetivo es que el gato entre en el transportín cuando se lo dices, podrías comenzar reforzando la mirada hacia el transportín, un paso en su dirección, olerlo, poner una pata dentro, etc. Si el transportín es del tipo desmontable, puede que incluso tengas que comenzar el adiestramiento solo con la base del transportín y agregar la parte superior y la puerta una vez que el gato ya haya progresado y entre gratis.

Comienza a educarlo desde el principio
Es más fácil establecer buenas costumbres desde el principio en lugar de modificar algunas que el gato ha desarrollado por sí mismo y que te resultan molestas. Además, saber desde el principio cómo aprenden los gatos puede ayudarte a evitar el refuerzo involuntario de algunos comportamientos que tu gato puede realizar y que no deseas potenciar con tu reacción.
¿Y SI SE PORTA MAL? ¿PUEDES REGAÑARLO?

No es una buena idea hacerlo. Los gatos son muy sensibles a posibles peligros en su entorno.
Por eso, tratar de cambiar su comportamiento asustándolos o molestándolos podría comprometer el vínculo que os une: tu gato podría ponerse a la defensiva con tu presencia o estar ansioso en las áreas de la casa donde lo has reprendido o castigado. Además, dependiendo de lo que consideres como comportamiento incorrecto, recurrir a un castigo también podría empeorar la situación.
Por ejemplo, cuando los gatos afilan sus uñas, depositan en el entorno una "firma" olfativa que ayuda a su estado de relajación1. Si castigas al gato por afilarse las uñas en el sofá u otro lugar que consideres inapropiado, el gato podría intensificar la marcación territorial que realiza con las uñas. No lo hace por "venganza": rodearse de su propio olor puede reducir la ansiedad generada por el castigo1.
Si el comportamiento no es el adecuado, es fundamental descubrir la causa y ofrecerle una alternativa que sea mejor para ti. En este proceso, puede ser necesario recurrir a un veterinario especializado en comportamiento que pueda indicarte cómo modificar algunos de sus comportamientos. Ten siempre en cuenta que detrás de una actitud que puede resultarte molesto podría haber un problema físico, un estado de estrés o una falta de comprensión sobre las necesidades de tu gato y cómo satisfacerlas3.
Educar a tu gato basándote en recompensas puede ser de gran ayuda para fortalecer el vínculo que los une y facilitar su convivencia juntos. Y todo esto respetando plenamente su esencia felina.
1. Beaver, B. V. (2003). Feline Behavior-E-Book. Elsevier Health Sciences.
2. Bollen, K. (2015). Training and behavior modification for shelter cats. Animal behavior for shelter veterinarians and staff, 250-266.
3. Bradshaw, J. (2018). Normal feline behaviour:… and why problem behaviours develop. Journal of Feline Medicine and Surgery, 205, 411-421.
4. Fatjó, J., & Bowen, J. (2020). Making the case for multi-axis assessment of behavioural problems. Animals, 103, 383.
5. Ramos, D., Reche-Junior, A., Fragoso, P. L., Palme, R., Yanasse, N. K., Gouvêa, V. R., Beck, A., & Mills, D. S. (2013). Are cats (Felis catus) from multi-cat households more stressed? Evidence from assessment of fecal glucocorticoid metabolite analysis. Physiology & behavior, 122, 72-75.
6. Voith, V.L., 1981. You, Too, Can Teach a Cat Tricks (Examples of Shaping, Second-Order Reinforcement, and Constraints on Learning). Modern Veterinary Practice 62, 639-642.
7. Willson, E. K., Stratton, R. B., Bolwell, C. F., & Stafford, K. J. (2017). Comparison of positive reinforcement training in cats: A pilot study. Journal of Veterinary Behavior, 21, 64-70.