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Gabriella Tami · Doctora en Veterinaria y Máster en Etología
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¿Tu gatita se está convirtiendo en una gata adulta? Los gatos crecen muy rápido y aunque su cuerpo parece estar preparado para tener crías, esto no significa que deba tenerlas, y, menos aún, tan pronto. Veamos cómo saber si tu gata está en celo, y cómo puedes cuidar de ella durante esta etapa.
Durante la época de celo, tu gata se vuelve receptiva al macho y, en caso de apareamiento, puede quedarse embarazada. La mayoría de las gatas tienen su primer celo entre los 6 y 9 meses, aunque varios factores pueden influir sobre este momento:
Cuando llega el momento del celo, es fácil reconocerlo ya que viene acompañado de comportamientos muy explícitos:
Al contrario de lo que sucede con las perras, las gatas no tienen sangrado vaginal ni cambia el aspecto de sus genitales externos durante el celo.
Con todos estos cambios, no hay que sorprenderse si los pet parents que no han visto nunca una gata en celo pueden interpretar erróneamente algunos de estos signos como claros indicios de un malestar físico.
La duración del celo depende de cada gata. Normalmente dura entre 5 y 15 días y, durante la estación reproductiva que va desde final del invierno hasta otoño, el ciclo se repite cada 2-3 semanas… siempre y cuando la gata no se haya quedado embarazada, haya empezado una pseudogestación, haya sido castrada o padezca algún problema de salud que interfiere con la reproducción. Sin embargo, en algunas gatas que solo viven dentro de casa, los celos no quedan limitados a la estación reproductiva: la exposición diaria a muchas horas de luz artificial puede causar la presencia de celos durante todo el año.
La aparición del primer celo de nuestra gata indicará el inicio de su etapa reproductiva. Antes incluso de que llegue este momento hay que tener claro si recurrir a la cirugía para esterilizarla. La intervención que se realiza más comúnmente con esta finalidad es una castración y consiste en extirpar ovarios, oviductos y útero.
Los veterinarios aconsejan esta sencilla operación para, por un lado:
Reducir las posibilidades de aparición de tumores en el útero y las mamas.
Evitar camadas indeseadas (siendo, desgraciadamente, muchas de ellas abandonadas).
Y por otro:
Eliminar el marcaje con orina realizado para atraer a los machos… pero ¡ojo! no todos los marcajes con orina tienen esta función y por lo tanto no siempre el marcaje con orina disminuye tras la castración.
Evitar las vocalizaciones y maullidos que emite para atraer a los machos.
Evitar que, atraídos por los mensajes de receptividad de la gata en celo, lleguen los gatos del vecindario y con ellos, se escuchen más llamadas sexuales y aullidos de peleas entre “pretendientes” y se perciba el olor penetrante de sus marcas de orina.
Evitar el resto de los cambios que puede experimentar una gata durante el celo, como la pérdida de apetito.
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Si tienes un gato - o más - en casa, tarde o temprano te harás la pregunta: ¿lo esterilizo o no?
Durante los días que dura el celo, es normal que tengas dudas y no sepas qué hacer para manejar la situación. Aquí te dejamos algunos consejos:
Evita el contacto con gatos machos que estén sin castrar. Si la gatita sale habitualmente al exterior, este es el momento de cerrar puertas, ventanas y gateras y mantenerla dentro de casa. Si puede ver a los gatos a través de las ventanas, podría ser útil incluso poner un cartón, bajar la persiana o recurrir a otro tipo de barrera que impida el contacto visual y evite que suba el nivel de excitación. Si con ella vive un gato sin castrar, está claro que hay que mantenerlos separados o acabarán apareándose.
En este momento, el juego no es su prioridad, pero puedes intentar distraerla con sesiones de juego. También puedes aprovechar sus llamadas de atención para acariciarla y cepillarla.
Si marca con orina, limpia la zona con un detergente enzimático y rocíala con feromonas faciales felinas. Esto puede contribuir a reducir el marcaje. Por otro lado, es fundamental evitar el uso de medidas de castigo para modificar su comportamiento: asustándola mientras deja una marca con orina solo conseguirás que se vuelva desconfiada en tu presencia, pero el marcaje sexual quedará inalterado. No es un problema de educación: solo se trata de un tema hormonal.
Existen opciones para interrumpir el celo de una gata, pero muchas no son exentas de riesgos y, por esto, hay que valorar bien los pros y contras de esta decisión con tu veterinario/a de confianza.
Si no tienes intención de dejar criar a tu gata, lo mejor es castrarla o esterilizarla. En este caso, debes tener en cuenta que las hormonas sexuales juegan un papel en la saciedad y el metabolismo de las gatas y con la castración este efecto cesa, pudiéndose traducir en un mayor apetito y aumento de peso. Para prevenir este sobrepeso, es importante alimentar a tu gata con productos que se adapten a sus necesidades nutricionales. Ante cualquier duda, no dudes en consultar a tu veterinario/a.
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